Según el autor la construcción de nuevo conocimiento debe ser asumida como un trabajo constante y permanente, en el que se pongan en juego nociones de sustentabilidad, goernanza, equilibrio y equidad. Para avanzar en esta dirección, la figura del arquitecto, del urbanista, del planificador ya no son suficientes por sí mismas. El pensamiento complejo, atravesado por enforques multidisciplinarios, parece ser una respuesta adecuada y posible.