El soterramiento de la M-30 ha pemritido reintegrar al río sus entido territorial perdido, construyendo un nuevo paisaje en el que el arbolado se ocnvierte en protagonista. La propuesta combina zonas de ribera con otras de secano; en ellos están situadas una serie de zonas de descanso o lúdicas que dan escala a la intervención. Recuperar la movilidad peatonal entre mabas riberas fue otra de las estrategias principales de la intervención: un conjunto de pasarelas va marcando el discurrir del río conformando una desarrollo de distintas tipologías. El tratamiento del solado se resuelve con pequeños adoquines de piedra que forma dibujos orgánicos que tapizan las zonas más emblemáticas del recorrido.