Desplegada en las puertas de la quebrada de Humahuaca, la casa se descubre sobre el terreno con plasticidad escultórica en el intento de desdibujar sus límites hasta fundirse con el lugar al que se "enhebra". Construída en adobes de tierra sin cocer, con paredes bolsedas y coloreadas, con piezas de piedra entera que usurpan el espíritu de la región, la casa se monta y se modela dialogando con el terreno en una continuidad que extiende sobre el monte.