El club partió de la premisa básica de reconocer el espíritu del lugar para formular una propuesta que complemente al medio natural. Se tomó como refrencia la arquitectura inca preexistente. El programa fue organizado en dos niveles, adaptándose a la topografía del lugar. En un nivel semienterrado se encuentran los baños públicos, las duchas y un espacio para guardar botes y equipos naúticos y en el nivel superior se incorporó una piscina, una explanada de madera y una terraza techada con una pérgola que cubre un bar y su expansión.