El autor reflexiona sobre la obra y el rol docente del arquitecto uruguayo repasando sus presupuestos disciplinares a través del proyecto de su propia casa.
La casa se ubica en un barrio de acceso restringido en las colinas del Urubó que se caracteriza por su abundante vegetación, sus priviliegiadas vistas sobre la ciudad y su suave topografía. Compositivamente las funcione del programa se ubican en cinco volúmenes de diferentes jerarquías. Esta yuxtaposición de voúmenes y planos genera una lectura clara de la forma del edificio y permite, mediante los vínculos entre los epsacios, la complejización y el enriquecimiento de los mismos.
Esta casa es prácticamente un work-in-process, producto de tres intervenciones a lo largo de medio siglo: refugio de fin de semana, residencia permanente del hijo del propietario y ampliación en un lote aledaño para anexar garage, apoyo al área abierta y habitación con atelier. Paralelamente, la condición material de la casa fue modificada aunque la construcción en madera apostaba a la racionalidad constructiva de la misma forma que la versió en hormigón y metal posterior.
A la casa se accede luego de un recorrido por un paisaje semi desértico cuya única referencia es el alero inclinado que emerge del suelo marcando la presencia de la vivienda. Al llegar, se depleiga una explanada a modo de atrio que permite recuperar la imagen del paisaje; se desciende por una rampa que desemboca en el hall. A pesar de estar bajo tierra el espacio no pierde su condición de luminosidad y amplitud debido a las perforaciones y transparencias. Los recorridos interiores van en paralelo a la verticalidad del acantilado permitiendo entender la pendiente.
La casa es una intervención sutil en el paisaje, que dialoga con las líneas del horizonte, el color, la geografía y el clima del valle de la costa peruana. Los distintos ambientes, se distribuyen en dos niveles con relaciones verticales entre sí. La sensación interna es de intimidad y recogimiento, con recorridos variados, cambios de altura, secuencias espaciales organizadas a partir de detalles ornamentales y juegos de luces y texturas.
La casa S es resultado de la operación de apilar cajas sobre la ladera de la montaña. Cada una de ellas apunta y enmarca diferentes vistas haciendo foco en hitos del paisaje circundante. La vivienda se organiza en dos plantas; se accede por la planta superior donde se ubican las áreas de estar y el dormitorio principal. Las cajas están revestidas exteriormente con piedras del lugar.